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Personas agradecidas
  En la RPDC, tratar con amor y respeto a los veteranos de guerra y consagrarse para estos son un bello rasgo y debida obligación moral.



  El veterano de guerra Ri Sang Jun, residente en el barrio de Jungsong del municipio de Jung de la ciudad Pyongyang, nos dijo que en su aldea no habrá hogar tan frecuentado como el suyo.
  Los cuadros y trabajadores del municipio, para no hablar de los del mismo barrio, le atienden con toda sinceridad para que él no tenga ninguna inconveniencia en la vida, como si fueran propios familiares o parientes carnales.



  Entre quienes tienen tal parentesco con el anciano Ri Sang Jun durante no uno o dos años, sino varios, se encuentran las servidoras de la tienda del Gran Teatro de Pyongyang.
  La directora Pak Hye Suk dice:
  "Cada vez que nos reunimos con los veteranos de guerra, nos conmueven particularmente su sencillez e inflexibilidad.
  Ese aspecto auténtico sin fingimiento nos convence qué alma debemos tener en la vida."
  Con una conciencia de que no hay que escatimar nada en bien de los defensores de la actual vida dichosa, ellas atienden la vida de los veteranos de guerra, a quienes el país presta especial atención, con cálidos sentimientos de afecto fraternal. Y lo toman por propia obligación moral.
  Se cercioran siempre de la salud de ellos y la inconveniencia en su vida, y les llevan materiales tonificantes y alimentos preparados con esmero, aunque están ocupadas por las actividades de venta.
  Además, los invitan a menudo a su restaurante en las fiestas, cumpleaños y otros días ordinarios, para que ellos se reúnan ante una mesa y tengan alegre recuerdo sobre sucesos del tiempo de la guerra.
  Por eso, los veteranos de guerra consideran a las servidoras del lugar como sus propias hijas y abren su corazón, alegando que es el mejor nuestro país donde viven las personas muy agradecidas como ellas.