/ Actividades revolucionarias de Kim Jong Un,
Secretario General del PTC
Que las Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Pan Sok sean canteras de la flor y nata de la causa revolucionaria que asegura su perenne verdor
Discurso pronunciado por el estimado compañero Kim Jong Un en el acto conmemorativo del aniversario 75 de la fundación de las Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Pan Sok
12 de octubre de 111 de la era Juche (2022)
  Amados alumnos, estimados maestros, funcionarios y empleados de las Escuelas Revolucionarias,
  Graduados de los mismos planteles que con motivo de su significativo aniversario han vuelto a visitar la entrañable casa natal,
  Queridos compañeros:
  Los felicito por el aniversario 75 de las Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Pan Sok que celebran con la bendición del Partido y el pueblo entero.
  Igualmente extiendo mis calurosas congratulaciones y saludos de estímulo a todos sus graduados quienes guardando en lo profundo del corazón el firme juramento hecho en sus años escolares siguen esforzándose con denuedo por el Partido y el pueblo en los puestos de defensa nacional y distintas ramas de la construcción socialista.
  Aprovecho esta oportunidad para rendir mi profundo tributo a los mártires revolucionarios que no vacilaron en dar sus preciosas vidas por el Partido, la patria, la felicidad del pueblo y el futuro luminoso de la posteridad y transmitir mis cálidos y sinceros sentimientos a sus familiares quienes sustituyéndolos continúan el camino de lealtad y patriotismo con una conciencia invariable e inmaculada.
  Alumnos y graduados de las Escuelas Revolucionarias:
  Es indescriptible mi alegría de reunirme en el plantel del histórico Mangyongdae con ustedes a quienes he añorado en todo momento.
  Los 75 años de las Escuelas Revolucionarias son una historia en que nuestro Partido ha sido infinitamente fiel a su deber moral a los mártires revolucionarios y ha formado con devoción a los revolucionarios de reserva, considerando como un asunto vital la continuidad de la obra revolucionaria.
  El trayecto recorrido por las Escuelas Revolucionarias, que comenzó con la ceremonia inaugural el 12 de octubre de 1947 en presencia del gran Líder Kim Il Sung, equivale, de hecho, al de nuestra República y de las fuerzas armadas revolucionarias con carácter regular.
  Fue nuestra autóctona revolución la que fundó, antes que el Estado y el Ejército, las escuelas consagradas a la formación de pilares de la revolución y promovió el desarrollo estatal y militar presentando como flor y nata a los revolucionarios indomables procedentes de ellas.
  Nacidos en el regazo del gran Líder y convertidos en canteras de excelentes revolucionarios bajo la guía del Partido, esos planteles han hecho aportes excepcionales para la sagrada obra de continuar con firmeza y generación tras generación el linaje de la revolución jucheana iniciada en el monte Paektu.
  Una de sus hazañas perdurables es haber formado un sinfín de patriotas fieles que en los momentos más difíciles siguen confiando solamente en el líder, dedican todo su ser a la revolución y el pueblo e impulsan con vigor el crecimiento del Estado y el Ejército, y haber levantado con ellos un baluarte inexpugnable en torno al Partido.
  Tener casas tan grandiosas de la revolución que aseguran el perenne verdor de la causa del Juche que avanza con una vitalidad sustentada de la fe y el espíritu indoblegable de genuinos revolucionarios, constituye un gran orgullo del Partido y pueblo y una fuente de la perpetua prosperidad del Estado.
  Formar a los descendientes de los mártires revolucionarios como revolucionarios consecuentes, la nata de las natas de las filas revolucionarias y abanderados del avance y progreso en cualquier sector económico y militar, es la idea sobre su educación que el Partido ha mantenido invariablemente y ha aplicado cabalmente.
  Gracias a los hijos de los revolucionarios caídos quienes junto al pueblo y al frente de él han sido invariablemente fieles a la dirección del Partido, nuestra causa ha podido cosechar solamente la victoria en las grandes tempestades de la historia, manteniendo intacto su color rojo.
  Efectivamente, los primeros graduados de las escuelas, quienes en uniformes teñidos de la sangre de los mártires antijaponeses escucharon el discurso de Kim Il Sung en la ceremonia inaugural, contribuyeron con su sangre a la defensa de la Comandancia Suprema durante la enconada Guerra de Liberación de la Patria y al gran triunfo en ésta y durante la construcción socialista desempeñaron impecablemente el papel principal y protagónico en altas posiciones del Partido y Estado y en otros puestos de la revolución.
  Cada uno de los logros obtenidos por los graduados con esfuerzos sinceros, sudor y sangre han consolidado el cimiento y fertilizado el terreno para el desarrollo del Estado y el bienestar del pueblo.
  Entre ellos figuran Yon Hyong Muk, Pak Song Bong, Sim Chang Wan, Kim Yong Chun y muchos otros hombres fieles sin límite al Partido y que lucharon con total entrega por la victoria de la causa revolucionaria del Juche.
  Hyon Chol Hae también fue uno de ellos.
  El hecho de que tres jefes de Gobierno, tres mariscales del Ejército Popular de Corea y decenas de una, dos y tres veces héroes procedieran de la Escuela Revolucionaria de Mangyongdae muestra elocuentemente cuán gran confianza depositan el Partido y el líder en los hijos de los mártires revolucionarios y cuánto se empeñan para formarlos como puntales del Estado.
  Nuestro Partido presenta la ideología y el espíritu como primera riqueza del revolucionario y conduce la revolución para que la voluntad y el mérito de los padres sigan vigentes en la vida y la lucha de los hijos. Por esa causa de continuidad que lo caracteriza, la revolución jucheana logra victorias consecutivas de generación en generación.
  Gracias al esfuerzo del Partido responsable por materializar con idea y guía acertadas su férrea voluntad de perpetuar la estirpe de Mangyongdae, las Escuelas Revolucionarias serán eternamente fieles a su carácter y misión como arteria principal de la sucesión y como planteles del Partido del Trabajo de Corea.
  Compañeros:
  Nuestra revolución que ha obtenido victoria tras victoria de siglo en siglo y de generación en generación, debe superar aún muchos montes.
  El camino inexplorado de nuestra revolución, que estamos haciendo y que debemos culminar infaliblemente, lo debemos allanar solamente con nuestros propios recursos. Por esa razón, tenemos por delante grandes obstáculos y desafíos.
  Los éxitos que hemos obtenido en la nueva centuria de la era Juche, así como la posición y el poderío que el Estado ha alcanzado en virtud de ellos, no tienen precedentes. Además, adquirimos valiosas experiencias mientras superábamos las sucesivas pruebas e impulsábamos enérgicamente la construcción socialista con voluntad inconmovible, unidad revolucionaria y combatividad extraordinaria.
  Tenemos suficiente capacidad para triunfar con nuestros recursos. Aunque enfrentáramos peores contratiempos y crisis, debemos preservar con firmeza la autoestima y la confianza, aplicar cabalmente nuestra propia estrategia de desarrollo y lograr el avance ininterrumpido del socialismo.
  Para alcanzar el máximo poderío estatal, con una lucha audaz y exhaustiva ante las pésimas dificultades, precisamos ante todo de comandantes expertos y activistas fidedignos capaces de transformar todos los frentes y puestos en bases revolucionarias irreductibles y cumplir las tareas de forma intachable.
  Podemos afirmar que el cambio y el desarrollo de hoy y el futuro destino del Partido, Estado y Ejército dependen de cómo trabajan y se preparan los hijos de los revolucionarios caídos quienes pasaron o pasan en las escuelas revolucionarias su período de crecimiento como dignos revolucionarios del Juche.
  De ahí que nuestro Partido haya concedido particular importancia a la ceremonia conmemorativa y convocado esa magna cita aquí en Mangyongdae para recordarles a los alumnos y graduados de los planteles la demanda y la expectativa de la patria y el pueblo.
  Si ellos se movilizan y encabezan los empeños para continuas innovaciones y avances en sus puestos y unidades, contribuyendo así a alcanzar las altas metas del desarrollo integral de la construcción socialista y estimulando a multitudes con sus nobles ejemplos, lograrán vencer las dificultades actuales e imprimirán otro paso de avance en el proceso revolucionario.
  Nos corresponde operar un nuevo cambio en su educación a raíz del aniversario 75 de las escuelas revolucionarias.
  Esto es una exigencia actual de la revolución y una gran esperanza que el Partido y pueblo cifran en esos planteles, canteras de personas competentes que contribuyan sustancialmente a la sagrada causa de engrosar eternamente el tronco y la raíz de la revolución del Juche y con ese gran espíritu convertir en élite a todas las filas revolucionarias.
  Formar a la nata de reserva que le dé segura continuidad al linaje de la revolución del Juche y a los pilares que jugarán el rol principal en la causa revolucionaria del Juche, es precisamente la tarea fundamental de las dos Escuelas Revolucionarias.
  Si en ellas forman a sus alumnos como personas más fuertes en lo espiritual, que heredan como cualidades ideológicas y espirituales la combatividad y la actitud indoblegable de los mártires, la bandera roja de la revolución no se descolorará jamás y nuestra base revolucionaria se consolidará como un cuerpo puro que no se contamina por ninguna ideología espuria.
  Nos corresponde encaminar el conjunto de las labores de las escuelas revolucionarias para preparar a sus alumnos como relevos fidedignos de la revolución del Juche y elementos más activos que no admiten más que la ideología de nuestro Partido.
  Como subrayo en cada momento, el espíritu revolucionario no se hereda.
  Del padre revolucionario no salen necesariamente hijos revolucionarios y muchos ejemplos podemos encontrar en la historia del movimiento revolucionario coreano y mundial.
  La lealtad al líder, la sincera abnegación al pueblo, la fe inquebrantable, la lucha tenaz, la honradez humana y todos los demás elementos que constituyen las cualidades ideológicas y espirituales del revolucionario se cultivan a través de la educación y el estudio por vía revolucionaria y la constante instrucción y práctica de uno mismo.
  Hace falta priorizar y concentrar esfuerzos a la educación político-ideológica en las escuelas revolucionarias.
  El linaje de la revolución propugnado por el Partido no es otro sino la estirpe ideológica. Formar a sus alumnos como reservas principales que hereden firmemente la tradición de la idea, fe y fidelidad de los mártires fue, es y será el meollo de su educación de los descendientes de los revolucionarios.
  Deben ser dignos ante el colectivo y la sociedad, no por su procedencia, historial académico o diploma, sino por su lealtad al Partido, extraordinario espíritu revolucionario, la abnegación al pueblo y las hazañas.
  Es necesario enfocar la educación ideológica a que la ilimitada lealtad al Partido sea el primer ambiente de las Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Pan Sok, casas natales de los descendientes de revolucionarios, y palpite en sus corazones como credo que no se degenera nunca.
  Nuestra revolución se defiende y avanza, tal como hizo ayer y hará mañana, por el credo inconmovible de quienes confían y siguen al Partido de manera incondicional.
  Antes de darles a los alumnos algún conocimiento científico y técnico, hay que inculcarles la noble obligación moral que no altera en las vicisitudes y la plena disposición de responder con lealtad y constancia a la confianza del Partido.
  Es menester seguir empeñándose para imbuirles el espíritu de los mártires y revolucionarios.
  Serán orientadores que reflejen el espíritu de aniquilar al enemigo aunque corran mil veces el peligro de la muerte en su propio credo de lucha y en la práctica, en lugar de expresarlo en discursos y canciones. También serán ejemplares en los demás aspectos, como en la conciencia política de aceptar y cumplir la ideología y política del Partido, en la observancia de las medidas del Estado y en la actitud de trabajo que le permite cumplir intachablemente sus deberes. Solamente así pueden presentarse con la frente alta como egresados de la escuela revolucionaria.
  Nos toca lograr que asimilen perfectamente la historia de lucha de los mártires revolucionarios antijaponeses y de los héroes que lograron una gran victoria en la Guerra de Liberación de la Patria y, a su vez, injertarles el noble espíritu de las generaciones anteriores, fieles sin límite al Partido y la revolución.
  Es preciso enseñarles con lujo de detalles el mundo espiritual de sus padres que adornaron sus vidas con la inalterable lealtad a la causa del Partido, lo que pensaron en distintos momentos de la lucha y la vida y en qué grado fueron fieles a la revolución.
  Compartiendo hoy con ustedes este lugar significativo de Mangyongdae, una vez más me vienen a la mente los de las primeras promociones de la escuela revolucionaria que fueron infinitamente fieles a la causa del Partido.
  Nuestro Partido exige prestar debida atención al crecimiento espiritual de todos sus alumnos y conducirlos por un buen camino para que hereden al pie de la letra el noble espíritu y los rasgos revolucionarios de las viejas generaciones.
  En las escuelas revolucionarias deben trazar la alta meta de formar a todos sus alumnos como personas tan fieles como los de las primeras promociones y educarlos en la lealtad y las tradiciones revolucionarias con los principios, sustancialmente y con intensidad.
  Revolución sin patriotismo es inconcebible.
  Hacemos la revolución venciendo dificultades que encaramos para, al fin y al cabo, lograr cuanto antes la prosperidad de nuestro país, nuestra patria.
  Nos compete educar a los alumnos de las escuelas revolucionarias de modo que, conscientes de que patriotismo es revolución, lleven constantemente en el alma la bandera nacional y estén plenamente dispuestos a darlo todo por el gran prestigio y el eterno florecimiento de la patria.
  Es necesario realizar continuamente y con constancia y efectividad la labor educativa dirigida a elevar la conciencia de clases de los alumnos, de manera que recuerden en todo momento su origen y estén decididos a ser fieras en la defensa de nuestra trinchera de clases, defendida a costa de sangre por los mártires.
  En las escuelas intensificarán la educación en el colectivismo para que todos los alumnos tengan como precepto y principio de la lucha y vida la consigna ¡Uno para todos y todos para uno!, sitúen los intereses del colectivo por encima de los personales y exhiban el rasgo comunista de sacrificarse gustosamente por los compañeros.
  En ambas escuelas deben prestar profunda atención a dotar a los alumnos de excelente personalidad con noble moral y ética.
En vistas de que ellos viven desde pequeños alejados de la familia, han de ponerse en el lugar de sus padres para la enseñanza de la ética en la vida comunitaria y también los pormenores de la cortesía cotidiana.
  Las escuelas revolucionarias serán paradigmas del país en la docencia y la enseñanza, dignos de ser imitados por otros centros educacionales, y en particular asumir la importantísima tarea de formar a talentos de reserva que aporten a renovar al nuestro como un ejército moderno y equipado con tecnología punta.
  Serán abanderadas y modelos en el certero resurgimiento y saltos de la enseñanza secundaria general, que aún tiene un nivel insatisfactorio, a diez años de establecido el sistema de enseñanza obligatoria de doce años para todos.
  Ya que se han remozado las condiciones y el ambiente de enseñanza en la Escuela Revolucionaria de Mangyongdae, deben empeñarse en renovar los métodos pedagógicos y la calidad educativa.
  Resulta importante aplicar activamente los implementos informatizados e intelectuales y al mismo tiempo introducir ampliamente las experiencias de la docencia mundialmente avanzada y los últimos datos científicos y técnicos, para así establecer una metodología de formación de talentos a nuestro estilo.
  Nos corresponde desarrollar la educación de talentos con la meta de formar a más alumnos talentosos y competentes y excelentes estrategas de relevo que protagonicen el futuro de nuestro ejército.
  Por su parte, en la Escuela Revolucionaria Kang Pan Sok le incumbe la tarea de investigar y aplicar métodos docentes innovadores y eficientes en distintos niveles de enseñanza y, en particular, centrar la atención a acercar a la realidad la docencia de la asignatura de Economía y así formar a sus alumnas como excelentes cuadros de reserva que harán aportes destacados a la construcción estatal.
  Es importante intensificar la educación militar entre los alumnos de las Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Pan Sok.
En la primera deben realizarla como una ofensiva y con dinamismo enfocándose a intensificar la enseñanza básica para formarlos como comandantes capaces de mandar todos los ejércitos y armas.
  Y en la segunda mejorarán más la calidad de la instrucción militar dirigida a aumentar la capacidad de mando y administración de la unidad militar y elevarán la exigencia a las alumnas para que la vida cotidiana misma sea un proceso de adquirir la experiencia al respecto.
  Ambos centros docentes elaborarán de manera práctica los programas de instrucción de artillería y otras asignaturas militares y organizarán intensos ejercicios militares, de manera que los estudiantes se preparen como competentes reservas de comandantes que puedan aportar realmente a consolidar las fuerzas armadas revolucionarias.
  Al enseñar a los alumnos de la Escuela de Mangyongdae la equitación y ejercitarlos más en el tiro y la natación perseguimos el objetivo importante de prepararlos como verdaderos guerreros.
  Si adquieren el arte de equitación, tiro y natación en sus tiempos de estudiantes, esto les servirá de gran ayuda para prepararse como combatientes omnipotentes y comandantes de campaña que pueden cumplir satisfactoriamente sus misiones superando cualquier eventualidad en el campo de combate.
  La Escuela Revolucionaria de Mangyongdae elevará más el rendimiento de diversos aparatos de simulacro.
  Organizará y dirigirá bien el recorrido de los estudiantes por las zonas del frente y su vida de soldados en unidades militares para que en esas oportunidades conozcan la situación de las unidades de combate y adquieran valiosas experiencias de la vida militar.
  Forjarlos en la realidad palpitante es otra importante manera de educarlos.
  Más vale formarlos como auténticos talentos revolucionarios templados como acero en el fragor de la realidad que tratarlos con condescendencia.
  Hace poco los movilizamos a la construcción de viviendas en la zona de Taephyong con el objetivo de que en su contacto con la realidad conozcan la justeza de la política del Partido, cultiven el patriotismo, la firme voluntad y el espíritu de vencer dificultades, aprendan el modo de trabajar y, de esta manera, se preparen como pilares futuros de la patria.
  Las Escuelas Revolucionarias deben organizar y realizar de modo intencional e incesantemente, aprovechando diversas ocasiones como el desfile y ejercicios militares, la gran construcción socialista y la ayuda al campo, la labor de cultivarles a los estudiantes la férrea voluntad y el indomable espíritu de avanzar solamente, sin vacilar jamás ante las pruebas y dificultades.
  A la hora de organizar el recorrido por los antiguos escenarios de combate en la zona del monte Paektu, lograrán que en ese proceso asimilen el indoblegable espíritu combativo de los ex guerrilleros antijaponeses, no a través de la lectura de libros sino con sus propias experiencias, marchando por entre la nieve con polainas en las piernas, haciendo hogueras y preparando comidas con sus propias manos.
  Prestarán debida atención a la educación encaminada a formarlos como revolucionarios competentes en varias ramas.
  El arte de escribir y hablar es una de las cualidades indispensables de los miembros de mando de la revolución.
  En las escuelas revolucionarias es importante exigirles a los alumnos a escribir el diario y organizar a menudo exposiciones orales de los libros leídos y de sus propias composiciones literarias, de manera que adquieran desde la niñez la aptitud de expresarse libremente por escrito y correctamente por vía oral.
  Aunque cueste mucho trabajo, trabajarán en su excelente formación cultural y sentimental para que puedan mover el corazón de las masas y amenizar el ambiente del colectivo cantando, bailando y practicando el deporte en armonía con ellas.
  Alumnos de las Escuelas Revolucionarias,
  Nuestro Partido y pueblo esperan mucho de cada uno de ustedes.
Siento una infinita alegría viéndolos crecer vigorosamente entonando la canción de la escuela. En sus brillantes ojos veo el futuro resplandeciente de nuestro Estado en que se desempeñarán como dignos pilares del Partido y la revolución.
  Bien presente que con una débil preparación no podrán cumplir su misión aunque el Partido les ubique en puestos importantes, se esforzarán con tesón para prepararse como militares y políticos versados tanto en las letras como en el arte militar y capaces de hacer contribuciones significativas al Partido y el pueblo.
  No pasarán en vano los inapreciables días de estudiantes, sino que estudiarán con aplicación y cultivarán el espíritu revolucionario y el sentido de organización y de disciplina participando concienzuda y honradamente en la vida orgánica.
  Estoy bien enterado de que los maestros de las Escuelas Revolucionarias se esfuerzan calladamente por cumplir tareas de la docencia y la educación más difíciles que las de otros homólogos, siendo padres y familiares de los descendientes de los mártires revolucionarios.
  Maestros de las escuelas revolucionarias:
  La revolución de la educación en la nueva época es, en esencia, la de maestros.
  Es muy importante su responsabilidad y el papel en preparar a sus alumnos como genuinos relevos y nata de reserva que tomarán en sus manos el testigo de la revolución del Juche.
  Con el elevado sentido de responsabilidad de que llevan en sus hombros el futuro del Partido y la patria y los quehaceres importantes de la revolución, meditarán a toda hora y volcarán la pasión, el espíritu de combate y la conciencia inmaculada en la labor educativa.
  Sin olvidar en ningún instante que trabajan en planteles de suma importancia para el Partido, se plantearán altas metas, exigirán más a sí mismos y se esforzarán por su formación revolucionaria y capacitación.
  Por ser formadores de fervorosos revolucionarios y tigres feroces, deben estar preparados como revolucionarios mejor que nadie, encarnar el fervoroso patriotismo, perfeccionarse en el aspecto humano y poseer en un nivel insuperable las aptitudes como pedagogos.
  Deben atender con amor carnal a los alumnos.
  Como padres generosos pero severos y como hermanos que los guían con afecto especial, les darán todo su amor para que crezcan como personas íntegras por dondequiera que se les mire.
  Como padres que son severos con sus queridos hijos, aconsejarán, criticarán y rectificarán oportunamente los errores a los alumnos y les exigirán para que observen estrictamente la orden y las normas establecidas, de modo que desde niños se acostumbren a actuar según las indicaciones del Partido.
  A fin de operar cambios decisivos en todas las labores de las escuelas revolucionarias, es primordial renovar la actitud y el estilo de trabajo de sus organizaciones partidistas y dirigentes.
  Las organizaciones del Partido en las escuelas concentrarán las labores políticas a establecer cabalmente el sistema de mando único del Partido en el Ejército y formar a los alumnos como excelentes talentos revolucionarios cual balas infalibles.
  Han de promover el Movimiento por la Bandera Roja de las Tres Revoluciones e intensificar la dirección sobre las organizaciones de la Unión de Jóvenes y la Organización de Niños para que fomenten los Movimientos por el Aula de Honor Bandera Roja y por el Premio de Sobresaliente 15 de Julio.
  Implantarán una recia disciplina en el plantel e intensificarán la lucha y la educación para que por ningún agujero se infiltren los elementos ajenos al Partido, la revolución y el socialismo, que el Partido detesta más que nada.
  En las escuelas revolucionarias atendidas con esmero por el Partido no puede haber un pequeño terreno donde se arraiguen las hierbas malas y venenosas.
  Educarán y dirigirán con intensidad a los maestros para prepararlos como revolucionarios profesionales firmes en lo político e ideológico, de modales correctos y con suficientes aptitudes, y prestarán profunda atención a sus condiciones de trabajo y vida de manera que se entreguen a materializar la orientación del Partido sobre la enseñanza de los descendientes de los mártires revolucionarios.
  Teniendo bien presente la gran responsabilidad que asumen en la tarea de materializar cabalmente la idea y orientación del Partido sobre la formación de los últimos y transmitirles enteramente el amor y la solicitud del Partido, los directivos de las escuelas revolucionarias trabajarán a toda hora tal como desea el Partido y se consagrarán a sus alumnos.
  Los miembros de mando del Ejército Popular se consagrarán al reforzamiento de las Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Pan Sok con la concepción de que son encargados de esa labor, que es como la primera faena de la formación de cuadros militares.
  Últimamente, el Partido enfatiza la necesidad de fortalecer las filas de funcionarios militares y políticos del Ejército. Los miembros de mando trabajarán con sinceridad para lograr éxitos sustanciales en la labor con las Escuelas Revolucionarias con la misma devoción de quien siembra y abona en el semillero.
  Al Ministerio de Defensa Nacional, la Dirección Política General y el Estado Mayor General del Ejército Popular les incumbe intensificar la orientación política y administrativa sobre la enseñanza de las Escuelas Revolucionarias, crear con responsabilidad las condiciones de enseñanza y vida de los alumnos, así como solucionar a tiempo los problemas relacionados con el funcionamiento normal y el mantenimiento de instalaciones y equipos educativos, frutos del ingente esfuerzo del Partido, y con la renovación del ambiente de enseñanza.
  También es necesario adoptar medidas para que los maestros aprendan de las buenas experiencias de otros centros docentes, superen la calificación y amplíen la visión, establecer un eficiente mecanismo de abastecimiento de las escuelas revolucionarias y crear en ellas una sólida base de suministro.
  Subrayo que las organizaciones partidistas de todos los niveles presten profunda atención a la labor con los alumnos y graduados de las escuelas revolucionarias y con las familias de los mártires.
  Uno de sus deberes y quehaceres importantes e ineludibles es organizar instructiva y variadamente las labores con los alumnos de las escuelas revolucionarias que pasan las vacaciones en sus hogares, dar importancia a sus graduados e interesarse por los pormenores de su vida política, oficio y familia.
  Apreciarán y promoverán debidamente a los graduados de las escuelas revolucionarias formados con grandes esfuerzos por el Partido y los educarán y ayudarán a que se desempeñen bien en los puestos que ocupan.
  Estarán al tanto de las familias de todos los alumnos de las escuelas revolucionarias, averiguarán periódicamente y resolverán a su debido tiempo los problemas en la vida pública y privada y las conducirán a que sean fieles al Partido y la revolución, sin preocuparse por las menudencias ni desviarse del camino, y ejerzan influencias positivas sobre sus hijos.
  Graduados de las escuelas revolucionarias aquí presentes,
  Ustedes, que trabajan en distintas zonas y sectores del país como fuerzas principales en las posiciones de la revolución y de clases, deben trabajar con ahínco, sintiendo a toda hora la mirada llena de confianza del Partido y de esperanza del pueblo.
  Confío en que hoy en sus entrañables centros docentes los graduados hayan tomado una nueva conciencia de su obligación y responsabilidad importante como descendientes de mártires revolucionarios y que esto será el detonante de nuevos cambios y avances en su trabajo y actividades.
  Los graduados de las escuelas revolucionarias se esforzarán con tesón para responder a la confianza y esperanza del Partido que los formó como dignos revolucionarios y flor y nata, para ser dignos ante sus padres que dejaron huellas de sacrificio y hazañas imborrables en la historia de la patria dando su vida a la revolución, para ser incondicionalmente fieles a la causa del Partido tal como juraron cuando abandonaban las escuelas y para realizar más trabajos que beneficien realmente al pueblo.
  Quien se pregunta si vive como hijo digno de Mangyongdae, trabaja con el orgullo de ser graduado de la Escuela Revolucionaria, hace a diario un riguroso balance de su vida y trabajo y manifiesta una excepcional conciencia revolucionaria, combatividad, capacidad de proyectar y realizar, tarde o temprano alegra y alienta al Partido con resultados de trabajo fructíferos.
  Como componente esencial del Partido e hijos de la revolución, ustedes deben pensar solo en la patria y el pueblo y jamás ser egoístas ni perseguir la fama personal.
  En lugar de pretender altos puestos oficiales y el confort, deben sentirse orgullosos y alegres cumpliendo con invariable honestidad y a cabalidad las tareas que les confían el Partido y la revolución.
  Tal como hizo y está haciendo, en el futuro nuestro Partido seguirá guiando y protegiendo a cada uno de los graduados de las Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Pan Sok para que trabaje con abnegación por el avance victorioso de la causa revolucionaria del Juche, sin olvidar su origen.
  Compañeros,
  En este momento reafirmo la decisión de dar todo mi ser a la sagrada lucha para culminar nuestra gran causa y hacer de nuestro Estado y pueblo objeto de la envidia del mundo.
  Unir la sangre y compartir el mismo propósito y sentimiento con ustedes son el motor indetenible que vigoriza mi cuerpo y alma con la fuerza, la inteligencia y el orgullo de hacer la revolución.
  Convencido de que los descendientes de los mártires revolucionarios, puntales más firmes de nuestro Partido y símbolos del tronco y la raíz de nuestra revolución, responderán con lealtad a la gran esperanza del Partido y el pueblo y remolcarán con vigor la causa socialista a nuestro estilo en la primera línea de las filas revolucionarias, una vez más felicito calurosamente el aniversario 75 de la fundación de las Escuelas Revolucionarias de Mangyongdae y Kang Pan Sok.
  ¡Gloria y victoria eternas en el camino de nuestra revolución que continúa con firmeza el sagrado linaje de Mangyongdae!